El alimento natural de las abejas es la miel, que elaboran a partir de las materias primas recogidas: el néctar y la ligamaza. Dependiendo del origen de estas materias primas, la miel contendrá principalmente fructosa, glucosa y sacarosa (azúcar de remolacha o de caña), y en pequeñas cantidades, maltosa y otros tipos de azúcar. Por lo tanto, la fructosa, la glucosa y la sacarosa son los nutrientes más importantes para las abejas.
Algunos tipos de miel, como la miel de colza y la miel que contiene melecitosa, son menos adecuadas para el invierno debido a su tendencia a cristalizarse. El alto contenido de ceniza y tintes, típico de la mayoría de las mieles forestales, pero también de alguna miel de flores, ejerce demasiada presión sobre el sistema intestinal de las abejas y puede provocar síntomas de disentería durante los inviernos largos.